Little Topito - LOS PAJAROS NO SABEN ABRIR VENTANAS

Bueno antes de que empeceis a leer esto solo decir que fue escrito alla por el año 1998/99 cuando yo conoci a una aun muy joven Topito, que todo hay que decirlo ya apuntaba maneras.

Disfrutar.


Se despertó estaba sobresaltado, estaba en una pequeña habitación muy luminosa en la que solo había una cama, un amplio ventanal y una puerta con una pequeña ventanilla.
¿Quién era? ¿Qué hacia allí? ¿Cómo había llegado? Trato de recordar y todo le vino a la mente. El era Robert Harrison Blake, un famoso investigador privado. Había ido a pasar las vacaciones a un pequeño pueblo de la costa de Inglaterra llamado Insmouth Village, era un pueblo de pescadores que apenas contaba con quinientos habitantes.
Cuando llevaba disfrutando una semana de la tranquilidad de un lugar apartado, como era Insmouth, ocurrió un suceso extraño. Un pescador encontró el cuerpo de un hombre en los acantilados de la colina del ahorcado. Todo el mundo decía que se había suicidado, pero el cadáver mostraba señales de haber sido atacado por un animal muy grande, como un oso; pero eso era imposible, no había animales salvajes en esta región.
Como a todo buen investigador, a Robert le picaba la curiosidad e intento averiguar algo más. Hablo con la gente del pueblo, y le dijeron que aquel hombre estaba loco. Siempre iba contando por ahí que le perseguían los “Pájaros de Noruega”, viejo mito que se le contaba a los niños para asustarlos. El mito decía que eran criaturas parecidas a un ser humano, pero con alas y un tono de piel grisáceo; contaba la leyenda que atacaban a cualquier persona que encontrasen, y que una vez que fijaran su mirada en ti, no había nada que pudiera salvarte.
Tres días más tarde estaba paseando por el puerto, arrebujado en su gabardina gris; de repente escucho unos gritos que provenían de la playa. Corrió a ver que sucedía. Encontró madera astillada por todos los lados; aparentemente un barco había perdido el control y se había estrellado contra los arrecifes próximos al acantilado.
Después de estos dos incidentes, Robert decidió indagar en el asunto y se propuso no marcharse de allí hasta haberlo resuelto. No sabía por donde empezar; tenia la corazonada de que los dos acontecimientos estaban relacionados, pero no tenia ni idea de cómo, ni de por qué.
A la mañana siguiente pago a un pescador para que le llevara de noche al lugar donde faenaba el barco destrozado. Al caer la noche los dos subieron a un frágil esquife y se hicieron a la mar. El agua estaba tranquila pero cuanto más se adentraban mar adentro, la niebla se iba haciendo más espesa. Cuando por fin llegaron, el pescador echo las redes encendió su pipa y se sentó tranquilamente a disfrutar. Mientras, Robert preparo una pistola de bengala. Disparo, y conforme la luz iba subiendo, Robert veía decenas y decenas de siluetas de pájaros que huían del fulgor.
Estaba en la proa cuando escucho un grito y se giro justo a tiempo de ver como una sombra se cernía sobre el pescador y lo elevaba por los aires. Desenfundo su Mágnum 44 pero la criatura ya había desaparecido. La bengala se apago y Robert quedo sumido en la profunda oscuridad de la noche. La niebla era más densa ahora que antes. Corrió hacia la lancha, pero antes de conseguir alcanzarlo dos de esos malignos seres aterrizan en el bote.
Su tez era grisácea, tenían grandes garras y colmillos y enormes alas de murciélago. No le dio tiempo a disparar, en solo un segundo las tenia encima. En un intento inútil de huir, tropezó y cayo al agua. Es en esta parte de la historia en la que todo se pone borroso y Robert no recordaba nada más.
Entra en la habitación un hombre vestido de blanco, en tiene ningún distintivo que le identifique, ni algún signo que indique a que se dedica.
- ¡¡Los pájaros!!, ...vendrán a por mi, nadie se escapa, … ¡tengo que irme!.- exclama Robert.
- Tranquilo, nadie le hara daño.-le responde.
- ¡Es que no lo comprende¡, los oigo revolotear, estan aquí. ¿es que no los oye? – casi grita Robert.
- Solo son palomas, tranquilícese, le traeré algo para comer. Además los pájaros no saben abrir ventanas. –dijo el enfermero.
Dos días mas tarde el cuerpo del enfermero que atendía a Robert Harrison fue encontrado despedazado en la habitación de este. Se encontraron marcas de arañazos dentro y fuera de la habitación. La ventana abierta. De Robert no había rastro.